domingo, 12 de septiembre de 2010

Crítica de un editor




EXHUMADA, Marcelo Arce Garín, Mantra editorial, 2009.

por Eduardo Farías A.

Exhumada es la primera publicación de Marcelo Arce Garín, y es el décimo poemario que ha publicado Mantra editorial en su colección Bajo el arcoiris de fuego. El libro contiene en total 68 páginas.
A mi parecer, la edición exterior de este libro es, profundamente, opaca, la cual se compone por una fotografía en blanco/negro, que se despliega tanto en la cubierta como en la contracubierta, y el color del título. La mezcla de estos dos elementos configuran la opacidad del continente que, a su vez, corresponde con el contenido de Exhumada. El color café del título se relaciona íntimamente con el sentido de la palabra “exhumada”, pues en el fondo ese color implica el color de la tierra. Por ende, la cubierta está en sintonía con el contenido de Exhumada.
Cabe señalar que este despliegue de la fotografía en la cubierta y la contracubierta es una de las características primordiales del diseño editorial de Mantra editorial, y que la fotografía utilizada, según el propio autor, fue cedida por Claudio Bertoni.
El continente del libro es todo el espacio disponible o el campo de acción que tiene el editor para realizar lo que estime conveniente en el proceso de edición y construcción del libro. En Exhumada, la contracubierta está vacía, y no utilizar este espacio es otra posibilidad en la edición de un libro, pero, en este caso particular, es un error en la edición y, en consecuencia, de Rodrigo Gómez, el editor. En la librería, el lector cuando coge un libro, primero observa la cubierta y luego se desplaza hacia la contracubierta buscando información sobre el libro que tiene en sus manos. En ese proceso, el lector decide, realmente, si desea comprar el libro. En síntesis, el texto, o lo que disponga el editor, que se halla en la contracubierta cumple la función de acercar el contenido del libro al lector sin que éste tenga que abrir el libro y descubrirlo. Por esa razón, el uso de la contracubierta es fundamental en la edición del libro y las opciones son muchas: por ejemplo, hubiese sido interesante que en la contracubierta apareciese un comentario de Héctor Hernández Montecinos, director editorial de Mantra, o una parte del postfacio de José Ángel Cuevas, o, bien, un extracto de algún poema de Exhumada.
En la solapa anterior se encuentra la información sobre el autor, y en la solapa posterior la información sobre la colección, lo cual es la norma común en el mundo editorial. Aunque, el trabajo en el diseño de la solapa posterior me parece digno de mencionar y resaltar.
En la diagramación de Exhumada se advierte una particularidad: la utilización del tamaño de la tipografía. La tipografía fluctúa entre dos tamaños, como se aprecia en las páginas 11, 17, 21, 27, 33, 39, 45, 47, 51 y 57. Este hecho me parece destacable porque la utilización del tamaño de la tipografía evidenciaría una posible jerarquía entre los poemas.
Exhumada se construye a través del discurso en primera persona del hablante lírico que asume una voz femenina, hecho que constituye la principal característica del poemario. En la tradición poética chilena existen diversas escrituras que, también, se han construido a partir de tal característica, pienso, ahora, en La tirana de Diego Maquieira y Bracea de Malú Urriola. Respecto de la voz femenina en Exhumada, Oscar Saavedra y Raúl Hernández en una conversación me plantearon, con justa razón, que el gesto escritural de Marcelo Arce ya había sido realizado, y ese gesto se encuentra en La manoseada de Sergio Parra publicado en 1987. A raíz de este dato, la intertextualidad es un proceso de lectura necesario para acercarse a Exhumada, pues entre un proyecto y otro las similitudes son fundamentales. Por ende, me interesa vislumbrar algunas intertextualidades y valorar Exhumada en relación a la obra de Sergio Parra.
En primer lugar, estos dos poemarios se construyen a partir de una voz particular y femenina, una voz que no se encuentra nombrada, sino que, por el contrario, se define a raíz de circunstancias particulares.
En segundo lugar, la sustancia, por así decirlo, de ciertas imágenes en el poemario de Sergio Parra se encuentran transformadas en Exhumada. Por ejemplo, la lectura de literatura y la poesía es un punto común entre los dos libros, pues, por una parte, en La manoseada, la hablante lee a Cortázar y hace el amor con un muchacho que escribe poesía, y, por otra parte, en Exhumada la amiga, la flaca Alejandra, de la hablante lee a Neruda, y además “es poeta la flaca” (15). Además, existe en los dos poemarios un uso de la cultura pop, específicamente de la música popular en español, que configura la identidad culutral de la hablante: La manoseada canta de memoria las canciones de Julio Iglesias, mientras que la hablante de Exhumada posee cassettes de Adamo y Perales.
En tercer lugar, tanto en La manoseada como en Exhumada, la hablante está constantemente reafirmando su identidad en los poemas. Así, en La manoseada, la hablante se construye a partir de diversas imágenes. En cambio, en Exhumada, la hablante se define fundamentalmente a partir de una afirmación, “soy la exhumada”, que despliega en diversos momentos del poemario. Sin embargo, existen otras afirmaciones que hablan sobre la identidad de la hablante: “no soy tortillera / no soy regodeona / exhumada canera soy” (15). Ahora bien, este proceso constante de autoafirmación y autodefinición en Exhumada permite que la hablante también niegue la identidad que ha creado: “desde hoy cavaré mi propia tumba palada tras palada no soy la exhumada” (47), aunque en la página 55, nuevamente, la hablante se defina como la exhumada. El proceso identitario en Exhumada es ambivalente y contradictorio.
Cuando se realiza una lectura intertextual de un corpus literario siempre existe un motivo mayor. La finalidad no es simplemente vislumbrar de manera mecánica las similitudes, o las diferencias, entre dos textos. La lectura intertextual es el procedimiento necesario para advertir la posición de un texto respecto de otro. En este caso particular, la finalidad de la lectura intertextual en esta crítica es establecer la posición literaria de Exhumada respecto de la obra de Sergio Parra.
¿Cuál es la posición de Exhumada respecto de La manoseada de Sergio Parra? La Pueden ser tres las respuestas. Uno. Podemos considerar que Exhumada es una copia actualizada de los procedimientos textuales, y del imaginario, de La manoseada. Dos. Exhumada es una reescritura de La manoseada. Tres. El poemario de Marcelo Arce es una continuación del proyecto poético de Sergio Parra.
Por mi parte, yo comulgo con las tres posibilidades en su justa medida. Primero, sitúo, provisionalmente, a Exhumada como el poemario que continúa y reestructura el proyecto poético de Sergio Parra, y para lograr dicho propósito poético se copian, y se reescriben, ciertos procedimientos y circunstancias para que la identificación entre un texto y otro se proyecte, sin dificultad, en el lector. Por ejemplo, en el libro de Sergio Parra, la hablante construye las situaciones como recuerdos que se traen al presente por medio de la escritura, mientras que “la Exhumada tiene que ver con una forma de conciencia” (63) como sostiene José Ángel Cuevas en el postfacio.
En conclusión, Exhumada de Marcelo Arce Garín se sitúa en la tradición poética chilena como la continuación y reestructuración del proyecto poético de Sergio Parra, específicamente de su libro La manoseada. Sin duda que el valor literario de Exhumada debe ser definido en un análisis extenso e intenso al que he realizado. Por mi parte, he intentado mostrar una puerta de entrada. Por último, respecto del título del libro de Marcelo Arce, exhumar es la acción de desenterrar un cadáver; además, el diccionario de la Real Academia Española entrega otra entrada: “sacar a luz lo olvidado”. Gracias a esta entrada de la palabra, puedo afirmar que Exhumada saca a luz el proyecto poético de Sergio Parra reconfigurándolo. Exhumada es un momento diferente de una misma historia que hasta el momento estaba en el olvido escrituralmente.

segunda edición, 12 de septiembre del 2010, Santiago.

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